Mis experiencias con la Equinoterapia

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Caballo de capa sólida mirando a la cámara

A medida que continué mi viaje con la equinoterapia, quedó claro que la influencia positiva de estos magníficos seres va más allá de la arena de entrenamiento. Cada sesión se convirtió en un capítulo en mi libro de autodescubrimiento, un viaje hacia la aceptación y el empoderamiento.

Una de las lecciones más valiosas que aprendí fue la importancia de vivir en el presente. Montar a caballo y más aún los saltos a caballo requiere una conexión constante y consciente con el animal. Mientras me sumergía en esa experiencia, las preocupaciones del pasado y las ansiedades sobre el futuro parecían disolverse. Me di cuenta de que los caballos viven en el ahora, y al seguir su ejemplo, encontré un refugio temporal de la agitación diaria.

La equinoterapia también me enseñó sobre la importancia de la comunicación no verbal. Los caballos son maestros en leer las señales emocionales y corporales, y en consecuencia, me convertí en un estudiante de la comunicación sutil. Aprendí a sintonizar con mis propias emociones y a comprender cómo mis gestos y posturas influían en la respuesta del caballo. Esta habilidad de comunicación mejoró no solo mi interacción con los caballos, sino también mis relaciones humanas. Con el tiempo y dedicación me profesionalicé, incluso domando potros y adiestrando a jinetes.

Cada sesión era una oportunidad para superar desafíos. A medida que avanzaba en mi terapia, superé obstáculos que nunca pensé que podría abordar. La sensación de logro después de completar una actividad que en un principio me parecía imposible fue una fuente de empoderamiento. Me di cuenta de que, al igual que los caballos, tenía la fuerza interior para superar adversidades.

Mi conexión con los caballos no solo se quedó en la arena; se extendió a mi vida cotidiana. La paciencia, la confianza y la resiliencia que cultivé en la equinoterapia se reflejaron en mis decisiones y en la forma en que enfrentaba los desafíos diarios.

En retrospectiva, la equinoterapia no solo fue una intervención terapéutica; fue un regalo que transformó mi vida. Me mostró que la curación va más allá de lo físico y que, a veces, nuestras mayores lecciones provienen de lugares inesperados, en este caso, de la elegante presencia de un compañero equino.

En cada una de tus visitas al prado equinoterapéutico será una nueva experiencia, y el ser humano se nutre de nuevas experiencias!!

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